viernes, 10 de junio de 2011

Más allá de las coyunturas electorales


El que no se atreve a ser inteligente, se hace político.
Enrique Jardiel Poncela.
Escritor español.

Frente a la proximidad de la elecciones estas líneas serán superadas por los resultados del evento electoral, las encuestas demostraran una vez mas su infalible resultado a menos que algún evento haya provocado el quiebre de la tendencia de las encuestas previas. Esto obligaría a un análisis por separado, del suceso y las circunstancias que lo motivaron y que no es el objetivo de esta reflexión.
No obstante, mas allá de las coyunturas que rodean a las elecciones es bueno analizar este proceso contrastándolo con la historia y la actualidad. Para esto es conveniente contestar a la inquietud derivada de la alta inasistencia y apatía ciudadana cuya respuesta debe ser suficiente para explicar el fenómeno.
Las elecciones desde la dictadura a la fecha le han dejado claro al ciudadano que únicamente han servido para legitimar un modelo excluyente, inoperativo, y en que se privilegian los intereses de la oligarquía. Es decir, una sucesión de estados y gobiernos plutocráticos, como inclusive ocurrió en la antigua Grecia, en que, paradójicamente el poder no radicaba en el pueblo esclavo.
No obstante, estas elecciones son parte de una programación occidental que, de no realizarse, nos convierte en un horda antidemocrática a los ojos del mundo. Con esto no deslegitimo el procedimiento como tal, porque equivaldría a descalificar a los científicos y pensadores que han abonado con sus análisis y reflexiones al tema en curso. Se trata en todo caso de diferenciar entre la involución y el evolución que representa la democracia representativa y la participativa.
Como suele suceder, el discurso y los planes no difieren entre un candidato y otro y por tanto no alteran el modelo actual, sino preservan un statu quo, en el que nuestras necesidades no son valoradas ni tomadas en cuenta. De nada sirve la alternabilidad si no se sustituye el modelo por uno incluyente y participativo para solucionar los problemas de fondo, procurando acciones para el empoderamiento local. Es precisamente esta parte del proceso democrático, la que no es del agrado de los grupos de poder y es motivo de las turbulencias causadas a los procesos emergentes en América Latina.
Según la experiencia documentada por la historia política del país, los siguientes aspectos subyacen en el fondo de esta abstención y apatía:
 La oferta electoral excede la capacidad del candidato y del partido.
 Las soluciones propuestas son superficiales, paliativas y no de fondo.
 La solución de un problema esta directamente relacionadas con aumentos de presupuestos, dependencias y burocracias y no a la transformación de las estructuras del país.
 Los presupuestos se incrementan nada más que para engordar la burocracia con los simpatizantes del partido lo que no es parte de un proyecto nacional.
 Los meritos profesionales y las experiencias probadas son superadas por el nepotismo y clientelismo mediocre.
 La falta de continuidad de los proyectos de un turno a otro, son interrumpidos por razones personales más que por razones estratégicas de nación.
 Los problemas acumulados ha superado con creces la capacidad de solución y las contradicciones se acentúan provocando por momentos frustración social.
 La democracia es tutelada y controlada por los grupos de poder cuyas acciones no coinciden las necesidades de la mayoría.
Aunado a lo anterior otros factores en el mundo ha inducido cambios de dos maneras: por una lado la consolidación del consenso de Washington y por el otro la resistencia a dicho consenso. Esta confrontación es producto de más sensibilidad colectiva acerca de las consecuencias y el impacto del consenso. El número de pobres aumenta en tanto que el número de ricos acumulan más riqueza. La riqueza ha sido suficientemente incrementada pero con saldos en rojo para los pobres, solo en América Latina 25 millonarios acumulan $ 511,200 mil millones, esto es, 2.8 veces mas que el PIB centroamericano y 8.4 veces mas que el PIB guatemalteco. El volumen de inversiones disminuye en América Latina, no obstante las ganancias crecen, lo que implica menos inversión y empleo real.
A partir de los tratados comerciales y antes de ellos, nuestro comercio es más abierto, en términos de cuotas, aranceles y requisitos hacia el norte, que entre los propios vecinos del mercado centroamericano, caribeño y suramericano, so pena de arbitrajes con penas millonarias para los países pobres y ventajas para los ricos. Además mas que un tratado entre pueblos, se trata de simples tratados entre corporaciones transnacionales, que convertido sen caballos de Troya, extraen las riquezas de nuestros países.
Los cambios en la región y la conclusión de que otro es mundo es posible, obligan a decidir la refundación del Estado mediante una constituyente (una segunda independencia que recorre las venas abiertas de América Latina), dado que la actual, ya no corresponde a esta era de cambios. En la postmodernidad no hemos sido capaces de superar problemas y limitaciones que solo atascan nuestras capacidades.
El muro de Berlín cayó, y con esto se levantaron las expectativas de que el mercado propiciaría la prosperidad en un contexto de “democracia y libertad” pero la pobreza y la miseria se extienden y son causas frecuentes de la descomposición social y de valores. La gente ya no admite como respuesta, que en aras de la productividad y competitividad deba abonarse mas indigencia y hambre.
Finalmente, el voto crítico debería ser una práctica rutinaria en este país, a partir de las propuestas contenidas en cada plan y estableciendo la diferencia entre los que proponen medidas superficiales y los que proponen acciones de fondo, entre proyectos corto-placistas y proyectos visionarios de largo plazo, entre propuestas incluyentes y los que excluyen como regla, a los mas pobres., como corolario, el miedo, precipitante del caos colectivo, el rearme, linchamiento y limpieza social, provoca la psicosis colectiva que empaña la razón.
No debe perderse de vista que la mercadotecnia política aunque no ha sido novedosa, ha conseguido inducir subliminalmente el voto mediante una ingeniosa combinación de colores melodías, imágenes y símbolos. En otras palabras, el voto critico esta limitado por estas campañas publicitarias, al extremo que luego de cien días causara las mea culpa. Parafraseando a Toynbee: “el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan”.

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