lunes, 21 de marzo de 2011

¿Elecciones?...más de lo mismo


La democracia, por lo menos del modo en que la percibimos y aprendimos, consiste en la elección alterna de gobernantes, por medio de la votación o ejercicio del sufragio. Existen por lo menos de dos tipos: la representativa y la participativa. Guatemala practica la primera, mediante la cual se eligen generalmente a cuadros que “representan” los más legítimos intereses y necesidades de la “mayoría”.
En realidad, los discursos hacen creer que, ése es el legítimo sentimiento y aspiración de los candidatos, para darnos cuenta cuatro años después que la situación está peor de lo que estaba. Sin embargo, la opción del elector, siempre es la misma: probar con el otro y de esa cuenta hemos ido salteando la historia. De no haber sido así, la seguridad y justicia no fueran las propuestas más fuertes en los discursos políticos de ahora.
Pero, ¿a qué obedece este comportamiento?
La historia política del país ofrece algunos indicadores: desde la conquista hasta la fecha la mayoría, en términos de número y no de representación, hemos sido sometidos por la fuerza y dominados por el miedo y el terror, esto también es evidente en las relaciones familiares, (padres hacia los hijos, esposo hacia la esposa) y en otros ámbitos (hombre-mujer) como en las aulas (maestro-estudiante) laborales (jefe-empleado), sólo para citar algunos ejemplos.
La historia económica también ha influido, el modelo de concentración ha colocado al país entre los más desiguales de Latinoamérica, una pequeña proporción acumula más del 60% de la riqueza creada, en tanto que, más del 70%, accede solo al sobrante 20% de esa riqueza. Este modelo también se basa en el individualismo que tiene su origen en la teoría clásica liberal y acentuada en la neoliberal (en tanto estoy bien no importa lo demás).
La historia agraria nos indica la alta concentración de la tierra en manos de un 10% de la población, una brecha que se agranda en la medida que se agregan ciertos cultivos como la caña de azúcar, cuyas exportaciones aportan menos que las remesas familiares.
La historia educativa también aporta otros datos, generalmente el sistema instruye, no enseña de manera crítica y reflexiva, por lo que el ser humano sigue instrucciones pero no las cuestiona, con el riesgo de convertirla en una educación robotizada debido al manejo equivocado de las tecnologías de información y comunicación.
En conclusión, la mercadotecnia política obedece al número de votos más que a la calidad de programa de gobierno y a perpetuar un orden socioeconómico preestablecido. El modelo ya caducó, lo que está en juego en las próximas elecciones como en las anteriores es la validación de la democracia representativa: no importa por quien vote, lo que importa es la vigencia del modelo aunque no por eso sus condiciones mejoren•