viernes, 2 de septiembre de 2011

Elecciones sociedad anónima


La coyuntura electoral nos propone dos interrogantes: ¿por qué debería legitimarse un modelo electoral caduco? y ¿a qué responde la alta abstención y desencanto en los últimos procesos electorales?
En principio, la abstención como la acción de no obrar o ejecutar un derecho conferido por las leyes de un país es frecuente en diferentes partes del mundo, desde los más desarrollados hasta los menos desarrollados, los cuales parecen tener una referencia en común: el desencanto del electorado.
¿Porque es caduco el modelo electoral? Porque generalmente no se hace una adaptación de dichos modelos a contextos sociales múltiples en términos de etnias, idiomas, costumbres, tradiciones y cosmovisión. Este modelo occidental por naturaleza fue impuesto y no consensuado para una sociedad atípica y heterogénea. Aunque si el cumplimiento de políticas públicas que tienden a resolver problemas de fondo, está en función al aumento de la participación electoral. Cuanto más se alcancen las metas mayor será la consolidación del electorado.
Otros aspectos se añaden a la caducidad del modelo, entre ellos, la inmoralidad política, incumplimiento de compromisos, enriquecimiento ilícito, corrupción, depredación del erario, nepotismo, clientelismo, los cuales son incongruentes con el aumento del deterioro de la calidad de vida de la mayoría de los guatemaltecos y por supuesto conduce a la desconfianza.
Todo parece indicar, a la luz de la información mediática, que las elecciones están dominadas por intereses de grupos de poder legal e ilegal que no necesariamente representan los intereses legítimos de la sociedad. De hecho las instituciones creadas a partir de la finalización del conflicto armado, le garantizan a grupos tradicionales y conservadores de poder el statu quo de la realidad nacional.
Las intensas campañas para contrarrestar la abstención indican la preocupación para legitimar este modelo, sin que se resuelvan las causas de fondo. En Latino América la tasa promedio de participación electoral es de 72.95% para presidenciales y 71% para legislativas. Guatemala es menor a 55%, es decir, una tasa de abstención mayor al 50%. Algunas falsas apreciaciones sobre la democracia, contribuyen a explicar este fenómeno. En primer lugar, se concibe como el hecho de elegir alternadamente, sin que importen los planes y programas de gobierno, en virtud de que en la mayor parte de los casos no existen y los que sí, no provienen de una base científica originada de la realidad guatemalteca. De hecho el conformismo político ha extremado a la sociedad a la autoexclusión: dejar hacer, dejar pasar.
El desencanto obedece principalmente al incumplimiento de los compromisos de campaña y a los onerosos beneficios obtenidos de manera ilegal por los políticos electos. Una baja productividad y desempeño político, no es congruente con los altos sueldos devengados en medio de un contexto de pobreza. En otras palabras, votar significa elegir a un corrupto que se beneficia de su cargo y no transforma las condiciones de desarrollo de la sociedad.
En el fondo no existe un proyecto de largo plazo, sino una visión cortoplacista y parcial de la solución.
Superar este modelo caduco implica combatir y castigar a los políticos corruptos, disminuir los sueldos onerosos, organizar las mesas sociales de auditoría, pero sobre todo madurar políticamente, lo que significa no dejarse encantar por la publicidad política.
Por otro lado, la izquierda deberá superar las fisuras mediante la inclusión de las principales tendencias para enriquecer su propuesta y capacidad de incidencia o permitir el reemplazo de un pensamiento menos ortodoxo. De hecho las organizaciones sindicales, estudiantiles, obreras y campesinas deberán integrar sus estrategias.
Adicionalmente, los partidos no cuentan con una base científica para analizar los problemas económicos, políticos, sociales y ambientales y se comprometen más allá de sus propias posibilidades o de lo que la realidad les impone. Además, se fortalecen cada vez los vínculos invisibles entre políticos y el narcotráfico y crimen organizado. Por lo general los proyectos de desarrollo e inversión obedecen más a aspectos de forma que de fondo. Es frecuente la ausencia de la previsión de ciertos fenómenos mundiales que impactan en el electorado, como fue el caso de la crisis inmobiliaria y financiero de los últimos años. Continua el aprovechamiento coyuntural del electorado para fines políticos partidistas y personales, y no, para la organización de base para la inclusión social.
Las preguntas de fondo siguen vigentes, ¿Por qué debo votar en las próximas elecciones si ninguno llena mis expectativas? ¿para legitimar un modelo caduco? ¿para beneficiar políticos corruptos?. Entonces la lógica formal es ¿votar por el mejor de lo peor?.

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